y sus ecos desgarrados se atragantan en mi voz
como sombras o fantasmas,
como gemidos de la nada.
Escucho la
ausencia de mis gritos,
el mutismo carcelariode este llanto sin dolor,
de esta llaga del alma agitándose en mi pecho.
Noche.
Oscuridad.Mi boca frenética
danza su son apagado
y el viento
arremolinatorbellinos de incomprensión.
Un susurro de noche se estrangula
en mi garganta.
Destilo gemidos,
acaso palabras que se apagan.
Busco y no
encuentro,
persigo y no
alcanzo,corro y no llego:
¡triste final para un poema el silencio!
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