lejanos,
escuchábamos palabras que no eran
para nuestros
oídos,
éramos fantasmas,
canciones sin sonido,
ausencias.
Pero nos vimos por primera vez,
como se ven todas las cosas verdaderas,
con ojos primeros,
así nos reconocimos entre tantas sombras,
entre tantos pasos perdidos.
Fue vernos y entender,
saber que el dolor y la mentira son inventos
que nombramos cuando no sabemos
que la muerte nos espera agazapada.
Ese día,
día de encontrarnos,
hubo viento y sol,
hubo sonrisa lenta -de las que se paladean-
y fue día entre noches.
Fuimos,
por primera vez,
uno.
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