la lucecita del frente aun prendida,
la mirada escapando entre las rendijas.
Fue un sueño.
Sentí que estabas,
que me llamabas,
que me convidabas
tu compañía.
Fue un recuerdo.
Escuché la pava saludándome
con sus vapores y chillidos,
tu mano acariciando el mate
extendiendo generosidad.
Fue una añoranza.
Vi clara y pura
la música de tu voz llamándome,
como una caricia que no cesa
aliviando las tristezas.
Fue una memoria.
Y todas esas siluetas
tejiéndose en mi interior,
me trajeron tu sonrisa
como una forma oculta
del amor.
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