A veces, no siempre,
pero en ciertas circunstancias,
me olvido que soy mortal.
Lo sé, es un olvido imperdonable.
En esos dias de desmemoria
me peleo con el colectivo
que pasó antes y me dejó de a pie;
reniego con el celular que está sin señal;
me agobia tener que ser hijo, esposo, padre;
no llamo a mis amigos
y no me tomo un vaso de vino con ningún desconocido
ni una cerveza en la soledad de mi casa.
Días terribles, grises,
en que la desmemoria me vence.
En esos días negros
pierdo la paciencia,
me hago desentender a gritos,
no miro el cielo ni una sola vez,
no amo más que a mí mismo,
no escucho sino mi voz...
No es mi culpa...
Es que a veces, no siempre,
me olvido que soy mortal.