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EL REGALO DE CLARA

La mañana del martes trece de febrero Nicolás se despierta como todos los días, va al baño, se cambia la ropa, toma sus cosas, baja las escaleras y sale a la calle sin notar en todo ese lapso de tiempo, ni por un segundo siquiera, que su cuerpo sigue tendido sobre la cama con los ojos abiertos, las manos tiesas y frías, el rostro pálido con una extraña mueca de asombro y a pesar de estos evidentes signos Nicolás sale al mundo como si aún tuviera un cuerpo adherido a él y comienza a recorrer las tiendas en busca de un regalo para su prima Clara pero al no encontrar nada de su agrado, decide ir a la casa de su amigo Lucas y pedirle que lo acompañe mientras su madre golpea por segunda vez la puerta de su cuarto exigiéndole que se levante pero Nicolás llega a la casa de Lucas y por más que llama, Lucas no atiende por lo que piensa en ir al almacén de Alfredo donde su amigo hace todas las mañanas las compras para su abuela en el momento exacto en que su madre y su padre comienzan otra discusión sobre las cuotas impagas de la hipoteca que finaliza con un portazo de su padre y un llanto ahogado de su madre que se limpia discretamente con un pañuelo cuando Nicolás entra en el almacén de Alfredo y para su decepción tampoco encuentra a Lucas allí y continúa solo, toma el colectivo para ir hasta la calle Reconquista donde hay locales con descuentos y ofertas interesantes pero no termina de sentarse que su madre saca la pava del fuego, sirve el té en tazas con flores rojas, amarillas, lilas y verdes (regalo de bodas que aún conserva) y las lleva a la mesa en donde se topa con su hermana que baja las escaleras para ir a encontrarse con Andrés por lo que la detiene en el último peldaño y le ordena con un grito que se cambie la ropa y se abrigue recordándole, también a los gritos, que es "una señorita" y que "no podés andar desnuda por la calle”, frase con su madre siempre se refiere a la ropa de su hermana que insulta dando patadas y golpes al aire y sube las escaleras a grandes pasos por lo que no escucha al chofer del colectivo anunciando que el motor se rompió y "qué se le va a hacer" y las quejas de los pasajeros y Nicolás caminando por las veredas rumbo a Reconquista hasta que se detiene frente a un letrero luminoso que indica "grandes rebajas por liquidación en juguetería y artículos de bazar" y entra al negocio y recorre los estantes en busca de un regalo para Clara cuando su madre, impaciente y furiosa, golpea por tercera vez la puerta de su cuarto exigiéndole que abra "en el acto" porque el desayuno se enfría sin saber que el padre entra a la casa de Enriqueta (una bailarina exótica con la que él se ve todos los martes antes de ir al trabajo) y la besa apasionadamente arrojando el saco sobre una silla desvencijada al tiempo que Enriqueta corre las cortinas que separan el "living" del "dormitorio" en el preciso instante que Nicolás observa un juego de mesa con tetera, seis tacitas de colores, y hasta una máquina para hacer macitas y un horno para cocinarlas con intención de comprarlo pero ve la etiqueta del precio y se da cuenta que no le alcanza el dinero por lo que opta por la segunda opción (un set de maquillaje completo con espejo, pinturitas y lápiz labial) que está de oferta, al tiempo que su madre golpea la puerta con un martillo que su padre había comprado en la ferretería un día en que se encontró con Enriqueta y no tenía excusas para llegar tarde y dijo que había ido a comprar el martillo y se había quedado discutiendo con Mario por el partido de la noche anterior y en ese instante su hermana se escapa por la ventana de su cuarto y desciende como puede aferrada al tronco de un viejo árbol que había plantado su padre en tiempos en que no conocía los clubes nocturnos y su madre no bebía a escondidas ocultando el licor en una muestra gratis de perfume y ella sacaba solo dieces en la escuela y llega al suelo y corre con todas sus fuerzas a encontrarse con su novio con el que tenía planeado fugarse esa misma tarde y lo abraza dándole un beso entre lágrimas cuando Nicolás llega a la estación del tren y espera junto al andén con el regalo que ha comprado con el dinero ahorrado durante meses con los vueltos del almacén y las monedas que su padre olvidaba en los bolsillos de la ropa sucia y para él es el mejor día del mundo porque sorprenderá a Clara en su cumpleaños con un regalo bien lindo aunque hubiera preferido llevarle el hornito y el juego de mesa pero era muy caro y en todas estas cosas pensaba Nicolás cuando siente un golpe y un empujón y pierde estabilidad junto a la línea amarilla del andén y siente el vacío bajo sus pies y la caída que se hace eterna y la madre entra al cuarto luego de romper el picaporte y la cerradura y lo ve allí tendido sin movimiento, sin respirar, lívido, frío desde hace horas y el golpe en los durmientes y en las vías y el silencio del tren que no frena a tiempo justo cuando Enriqueta despide con un beso a su padre y recibe el dinero que debía ser para la hipoteca y Andrés saca los boletos a Córdoba mientras su hermana sigue llorando aferrada a su brazo y su madre se desmaya junto a su cuerpo tendido sobre la cama, con los ojos muy abiertos, las manos tiesas y frías, el rostro pálido con una extraña mueca de asombro como quien ve llegar un tren que irremediablemente está destinado a no frenar.