Por hábito un viaje
Tengo hábito de emprender un viaje.
La valija nunca va liviana.
Con menos, podría
conformarme.
Lentes, ojotas y bronceador.
Pero así no soy.
No puedo serlo.
Tampoco es tiempo
de pensar en eso.
Es otro tiempo.
Es otro camino
de viajera.
Larga carretera me
conecta con la naturaleza.
Con el misterio del agua.
De la tierra.
Las rocas.
El polvo seco.
Las nubes parecen bajar
inflamadas de nueva compañía.
Andan osadas,
desnudas,
por el inmaculado cielo.
Claman la piedad
de la lluvia.
Entonces escribo.
Con otra música.
Otro canto.
Otro aire,
en mi v e r a n o.
Ese que tanto amo.
***
Esa casa
Cada casa esconde su propia historia.
Quién sabe lo que yo sé,
eso que el camino (me contó).
Detrás de esa puerta
la frescura se ofreció
con altivo aroma a peperina.
Todo se vistió de música,
de ajetreada mansedumbre.
Afuera, el tiempo era otro.
Ya no lo corría.
Ni me alcanzaba.
Me desvestía para usar
serena,
el ropaje transparente
de la armonía,
de esa casa
que en otra vida
me hospedó,
me mostró
el susurro de la noche
el misterio de la tarde
y el abrazo del día.
¿Quién sabe lo que sentí?
Desnuda, limpia
y libre.
Cerré las ventanas.
Transfigurada
me hice verde
semilla fecunda.
***
Doce días para dar el paso
Uno solo.
Del otro lado, te esperaba una marea.
De a poco
las flores como susurro,
en secreto
y con asombro,
anuncios daban
por
(tu llegada).
Esos escalones
conocían tu pisada.
Doce días era todo
y casi nada.
Fuiste ángel
para mis oídos.
Mas decidiste
que eran preferible
(tres inviernos).
Tres, con sus grises
congelados.
Tres, con su tránsito frenado
por la escarcha.
Doce días para dar el paso.
Como te conocen
te dejarán subir.
No te asombres
si en vano
me pronuncias.
Me he escapado
a buscar mi verano.
***
Charla breve sobre el verano
Lo espero cada diciembre
Como si lo fuera a dar a luz. Lo alumbro.
Soy su centinela.
Dora mi cuerpo con el áurea energético.
Lo envuelve con su luz suprema.
Cuando se cansa de entrar, de sofocar con el
fuego de alerta roja,
no me ve arder.
No puede conmigo.
En agua me transformo.
Fluyo. Vuelo.
Y finalmente, me evaporo.
***
LAURA EUGENIA MORENO
Estos poemas intentan rendir un homenaje a la vida. Para eso escribo. Porque al hacerlo me libero y vuelo. Es así de cierto. Más allá de la frase hecha, al viajar observamos otros detalles y nuestro baúl se carga con mayor experiencia revitalizadora.
En mi caso en particular, todo me maravilla. Desde el contorno de una nube que se asemeja a una pirámide desgastada, a una piedrita escondida que tiene forma de corazón. Viajar y escribir. No sabría cuál sería el orden correcto.
Ahora bien, esos viajes no tienen por qué ser tan lejos. A veces, para sentir, para escribir, basta con ser turista en tu propia ciudad. De manera que todo se transforme, aparece la vitalidad, la energía, el color, la luz que pasa a la escritura. Entonces surge la historia que quiero contar, e inevitablemente nace la forma. El cuerpo, su interioridad. Con el ropaje justo: las palabras amasadas, pulidas.
En este sentido, recurro a temas como la libertad, ya que esto implica saber quiénes somos en realidad, las estaciones, en este caso “el verano”, con su aroma y su textura que tanto me cautiva. Además, la idea del viaje, con todo lo que ello implica: mirar, abrazar, juntar, soltar, amar. Dejo así que la conciencia fluya hacia el inconsciente. Paso a un estado de sonambulismo, apago el mundo exterior para entrar en el mundo de la imaginación, extasiada de vida para seguir descubriendo, en palabras de Dorothea Brande.
Sin duda, la escritura es una tarea artesanal, está hecha de detalles. Hay que viajar, entrar y salir, quedarte afuera un rato y encontrar tu bosque, tu mar, tu río, tu sierra, tu cielo, tu piedra. Tu propia voz.
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Obras publicadas
✅ Corazón de Rubí. La vida en tiempos en pandemia. Autores de Argentina, Bs. As, 2021. Novela
✅ Pájaros en la Cabeza. Antología de Cuentos. Editorial Tequisté. Pilar, 2022
✅ Todos tienen un poco de amor. PuertaBlanca , Río Cuarto, 2022
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