Candela coquetea, se muestra, se pasea por la plaza, por el parque, por las calles. Se da vuelta cuando se sabe observada. Desafía con la mirada. Él la deja hacer, porque sabe que el amor es libre o no es. Ella lo sabe. Se esconde, se aleja, pero vuelve, siempre vuelve. Entre ellos no hay palabras. Se llaman con los gestos, con los silencios. Se comprenden. La intensidad del cariño no entiende frases ni el corazón de palabras. Y en el momento precioso él la llama como quien espera un sueño y ella, traviesa, loca, lo mira, mueve la cola y lo abraza.
Para mi hermano del alma... hippie.
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