En la China Imperial, en tiempos en que la historia no se dividía en un antes y un después, hubo un Emperador muy afortunado. Un mago de su corte le dijo a aquel soberano en su niñez que había logrado volverse invulnerable. El monarca vivió contento pensando en lo dichoso que era. Pero un día, en un paseo por los campos, se clavó una espina en el pie: le dolió y sangró. El Emperador vivió triste el resto de sus años, sin dejar descendencia y en la más cruda melancolía.
Nadie es totalmente invulnerable.. Lindo relato ❤️
ResponderEliminarEs cierto... La fragilidad de la vida es lo que nos motiva a protegerla tanto. Gracias Magalí 😊
Eliminar