No resulta difícil digerir los cuentos magistrales de Ray Bradbury, reunidos en este libro editado por la Editorial Sudamericana, sobre todo porque en el prólogo escrito por el propio autor, describe los secretos de su oficio: "escribir diariamente y corregir hasta que el texto sea satisfactorio".
El autor de Farenheit 451 y de Crónicas marcianas no abandonó esa disciplina. A sus 94 años escribía de manera cotidiana.
En esta obra cuentística de género policial destacan tres cuentos en cuya relectura se descubren situaciones asombrosas en el ámbito de la lógica pura y tramas perfectas. La prosa de Bradbury es vertiginosa.
En "El niño asesino", hay un despliegue de enconos entre la neurociencia y los instintos destructores de una madre que concibe a su hijo como una criatura diabólica. La incursión en lo fantástico logra que este cuento sea una metáfora de lo abominable.
La historia de un grupo de inmigrantes que son discriminados en un suburbio inserto en cualquiera de las grandes ciudades en los Estados Unidos (crimen organizado, corrupción y negocios ilícitos), es el escenario violento recreado en "Una larga noche".
"La señora del baúl", es un reto desde el juego ciencia como el ajedrez, donde la mirada acuciosa de un niño ante la complicidad de una familia que trata de conservar sus virtudes públicas, logra abrir la maraña para descubrir al asesino.
El libro es un clásico rescatable y memorable también.
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