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ARIEL ROMERO HERNÁNDEZ


1. La Muerte es una repetición de lo constante. Lo constante es el infinito,

y el infinito es la madrugada que se extiende como una espada de hielo entre los edificios.


La Ciudad es funesta porque tu nombre se ha ido.

Ni siquiera el silencio se atreve a posar sus alas en su seno. Tu nombre se ha escapado hacia las montañas longevas.

Ahí las luciérnagas erigen sus lamentaciones

con la noche taciturna, con el rio mudo y toman la forma de la montaña como la señal de auxilio de un país triste que el cielo va engullendo.


Los muertos saloman entre los bejucos.

En esta noche se está ciego

y de alguna forma los sonidos tropicales son el idioma del amor perdido entre el rastrojo.

Está tu rostro con el signo de una palabra explosiva.

Los merachos lloran sobre las aguas donde tu espíritu se hunde.

Las luciérnagas susurran el secreto angelical que crece en la montaña.

Los hombres del otro lado del río están tan vivos como tu muerte

y la lluvia perdida no regresara para acariciar sus sombras presidiarias. Estás en la inmensidad, ya ni la penumbra resiste tu silencio.

Todo ha acabado:

Los caminos de tierra te dan la palmada definitiva, el rio es mudo,

la montaña es un haz de luz que las luciérnagas profesan,

los hombres perdidos levantan tu hogar de madera y cruzan el río del nunca jamás, los duendes inclinan la cabeza,

la montaña emite el último lamento,


Dios calla y a veces sonríe;

los hombres cruzan el río con tu hogar a espaldas,

con la certeza mortuoria de que el río los condenó a la lejanía.

***


2. Las despedidas

se acumulan en libros

desolados.

La reiteración de lo que ha acabado subsiste en pequeñas gotas de lluvia

que son deidades,

máscaras

quebradas,

pasadizos tétricos,

cucarachas que vomitan noche

en los callejones,

algún habitante que derrama su sangre

como una tormenta que arrasa con tus pasos;

aquella mirada de la tierra que es un cielo que perdió sus pies.


Ahora lloras la partida de quienes han besado tu rostro,

y lo sagrado del ayer remueve sinfonías de mariposas negras que callan en las paredes.


Tomamos su alfabeto, acariciamos la historia de sus vuelos con la lluvia,

tocamos su fe alada que solo es una profecía de lo imposible.


¿Cuántas veces retomamos la inmortalidad que yace como un cadáver en el silencio más

hermoso de la madrugada?:

La lágrima que cae tras la ventana, seres

que vigilan las esquinas, el frío que

explota sobre las ánimas.


El final irremediable; callejones abandonados por sus nombres.

La Ciudad triste que los árboles esconden, el

barrio pobre con su túnica de polvo donde

empezaste la ruta: más allá está un niño con

una pala, cavando los regresos.

***


3. El rito de nuestra paz

Hay un aguacero que navega en tus huesos,

tienes frío, y tu miedo es un miedo parecido al de la muerte;

le temes a la existencia de lo que se apaga,

lo irredimible transformado en una canción de

intemperie que va hollando los rastros de tu idioma.

Tocas tus alas y no quieres olvidar el vuelo sobre la ciudadela de sangre,

ahí los pájaros del trópico te enseñan que el odio no lo escogemos.

Vas hacia los puertos enlutados deshaciéndote de tus pasos,

de las sombras de tus huellas va emanando una humanidad de hierro.


Caminas con tus ropas destrozadas, a lo largo del camino

la gente te mira, y les dices que vas a expulsar el amor en

ese monte quemado donde todavía se escuchan nuestras

risas; el rito de nuestra paz en los escombros.

***


4. Un horrible holograma del ser

Regresamos expulsados del vacío,

de la risa de la alondra migratoria

que siembra flores sobre los vientos.

Estamos en el punto ciego de la

vida y es la condena brutal del

infinito, buscamos retazos de

palabras,

han sido enterradas en los pozos del desprecio;

una humanidad vacilante que desconoce las imaginaciones

de la redención.

Nacemos para caer, para dar vueltas en el

incierto de las causas, revolvernos en una existencia que no acaba,

vuelves, le mientes a los paradigmas de lo cierto y es el punto

ciego benevolente que tememos y que evitamos en las

reiteraciones del amor; esa pequeña planta de desolaciones

que es un naufragio, una piedra desangrada en el camino danzante.


¿Qué es la muerte?


Un horrible holograma del ser

que se funde en las deshoras de la madrugada,

un fin continuo, una profecía verdadera llena de

iniquidades, la pulsación magistral de lo terrible,

la brisa de la noche,

el final recostado sobre los ojos de un niño de sombras.

Un punto ciego,

donde renace lo que calla.

***


5. Hay un rocío en los parques de la

Ciudad que me habla de un lenguaje

pagano.

Percibo ese rocío en las

personas, en la señora que vende

artesanías, en las mujeres de la

fonda del centro con sus ojos de

sentenciadas a muerte; en el

vagabundo que se echa a la

puerta de la parroquia

escribiendo en un cuaderno el

testamento del fracaso.


Es un rocío que resquebraja la cruz de la catedral,

ese rocío es una profecía en mi largo camino bajo los árboles

secos. El rocío cae como un sol muerto sobre aquellas cosas

oxidadas, inhabitables, sobre infiernos poderosos que nos hacen

reír.


Las luciérnagas se petrifican,

parpadea dentro de ellas una luz

azul.

Sigo su luz, el rocío aniquila mis ojos,

ya camino bajo los túneles susurrando idiomas angelicales 

con ratas, murciélagos, y seres que quieren entonar el réquiem 

de mi sombra. El rocío me asesina,

se me escapa tu palabra como un muerto a la tierra.

La Ciudad ha perdido su fe.

***


Ariel Romero Hernández

Escritor panameño (La Chorrera). Con su poemario Los faroles sostienen la noche ganó el concurso Gustavo Batista Cedeño 2015; con Los hombres de la tierra obtuvo un segundo lugar en los premios del Instituto Panameño de Estudios Laborales (2016), y con Niñez de aire entre la piedra ganó el segundo lugar en el Concurso Nacional de Poesía León A. Soto (2016). En el 2021 gana el tercer lugar en el Concurso Municipal de Poesía León A. Soto con su libro: La tregua es una ciudad ciega lejos del viento. En 2023 gana el primer lugar en el concurso Municipal de Poesía León A. Soto con su libro: Una Canción de intemperie.  Poemas suyos han sido publicados en la Revista Literaria La Maga de la Universidad Tecnológica de Panamá en plataformas digitales como: Mentekupa, Letralia, y Lp5 revista de literatura y arte

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