En la raíz húmeda del recuerdo
se oculta el primer poema.
Todo el peso de la vida fraguado
sobre unas pocas consonantes
balbuceo que hierve
como una lluvia de alfileres sobre la nuca
o mano que arrastra la tormenta no anunciada.
No lamentas la impaciencia del verbo
no callas su oscuridad
ni la osada quemadura del lexema.
Los peces temblaban ya entonces
como estrellas de barro entre tus labios.
***
La palabra anfibio significa
ambas vidas.
También mi piel
conjuga distintos tiempos verbales
cuatrocientos millones de años de evolución
guardando en su memoria
pasado y presente
articulando como una telaraña de agua
su latido amniótico.
***
Hoy
estallan
como un sueño de arena
luciérnagas bajo mis párpados
y su sombra amarilla arranca
jirones
de luz
cuando se arrastra hasta los acantilados
líquidos de tus huesos.
También es mortal cada uno de los fonemas
de un nombre
que ya solo se completa a través de la
ausencia.
***
CICATRIZ
Según la RAE, una cicatriz
es una señal que queda en los tejidos orgánicos
después de curada una herida o llaga.
Los diccionarios no incluyen
que la piel las reconoce
como una costura
que finge ser inapreciable al tacto,
como el recuerdo de una edad fosilizada
o como un escozor antiguo
que predice los cambios de estación
con la inercia animal y precisa
de las aves o las hormigas.
***
HUBO UNA VEZ
Hubo una vez un mundo que cabía
en la ventana de un piso bajo,
en una televisión en blanco y negro,
en indios y vaqueros de plástico.
Hubo un mundo de grafías
que se revelaban (y rebelaban)
a través de los borrones
y que no entendía aún de cuentos clásicos.
Hubo un mundo de sábanas con
las que resguardarme de ovnis y vampiros,
que medía el tiempo en el cuentakilómetros
de un Seat 127,
que no sabía de distancias
ni preguntaba por ellas.
Hubo un mundo que construía
su paraíso con el barro agnóstico
de la infancia en un tiempo todavía
sin noción de sí mismo
***
DESAYUNO CON DIAMANTES
A veces parece que toda la lluvia
se la apropió el domingo.
Sus mañanas largas, sus tardes de
sobremesa, el tiempo replegado sobre
sí mismo, indeciso, aletargado como un
pez de arena en su escondrijo sonámbulo.
Para él se hicieron los paisajes de pvc
en distintos acabados; la realidad
acrílica en varias (pero limitadas)
medidas; el final, también lluvioso,
de Desayuno con diamantes.
Todos los epílogos los consumió
el domingo, recomponiendo unas veces,
desdibujando otras, los restos imprecisos
de otros días.
***
PATRICIA INIESTO
(Madrid, 1977) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en El Mundo Clásico y su Proyección en la Cultura Occidental por la UNED. Actualmente ejerce como profesora de Lengua Castellana y Literatura en un Instituto de Enseñanza Secundaria de Madrid. Sus poemas han aparecido en diversos medios, entre los que se encuentran Cuadernos del Matemático, Sapos y culebras, Vallejo & Co., Vuela palabra, Vórtice y Altazor. Ha obtenido premios poéticos como el Ciudad de Getafe y el Voces Nuevas y es autora de tres poemarios: Cosmogonía de la luz y del invierno (Ediciones Oblicuas, 2021), Premio Internacional de poesía La Nunca, La forma del viento (Ediciones Vitruvio, 2022), Premio Internacional Covibar-Ciudad de Rivas, y Toda palabra es una duda, (BajAmar Editores, 2024).Instagram: @patricia_iniesto

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