La mano extendida,
el cielo lejano,
los labios sangrando de tanta plegaria a hurtadillas
la fe desgarrándose en silencios y ausencias.
Nada queda
entre las miles de palabras cansadas
solo la angustia
de repetir siempre la misma estrofa sin Dios,
el idéntico verso que recuerda la Noche.
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