BIENVENIDOS!!!!

Gracias por visitar "Reflejos literarios"!!!! Este blog es un espacio en el que encontrarás poesías, cuentos, micro-cuentos, recomendaciones, convocatorias literarias, nuevos autores y mucho más... Y si te gusta escribir no dudes en contactarnos para tener un espacio de difusión 100% gratuito!!!

MIRTA OLIVARES

PAQUITA


Hoy no sé si quiero repetir mi peregrinaje. Estoy arriba de estos escombros, junto a algunos insectos que me miran de reojo. Como mi piel es dura, apenas me hacen cosquillas. 

Después de las refracciones en la casa, el montículo gris ha quedado depositado al final del patio en la intersección de los dos tapiales. Ese es el lugar que sólo frecuento cuando ella me lleva entre sus dos manos intempestivamente.

Pienso que todavía no me conoce, no se ha dado cuenta de que lo quiero es compartir y escuchar la música de la radio. Me gusta el ruido de esas canciones alegres.

Soy muy testadura, así que empezaré a descender de los escombros. A pesar de mi longevidad, camino ligero mientras observo, con un suave vaivén de mi cuello rugoso de derecha a izquierda, que no se cruce nada en mi camino hasta el comedor, donde ella está terminando de limpiar el piso, tarea diaria que tiene asignada.

La llamo “ella” porque no es mi dueña, dice serlo de la boca para afuera. En realidad, la que siempre se ocupa de mí es la mamá de ella.

Ni bien me ve subir el pequeño escalón para entrar, me grita: “Otra vez acá, Paquita”.

Yo hago como que no la escucho, muevo mi segunda pata y ya tengo medio cuerpo adentro.

Ella se enoja, me levanta de mi áspero caparazón y me vuelve a llevar a mi celda.

Mis años desean comprenderla, es adolescente. Así mismo, trato de no andar cerca cuando escucho que discute con mi dueña porque a veces peca de maldita, me da ganas de ensuciarle el piso con mis excrementos. Me pone el pie encima y me aprieta. Yo me pongo a la altura de ella, en cuanto al nivel de bronca, y muevo mi cabeza rápido de un lado a otro.

Aunque carezco de dientes, la mordería con mis picos adaptados para cortar las hojas verdes, pero no puedo porque me tiene atrapada. Pensará que me duele; mi caparazón es muy grueso. Ni yo sé las décadas que tengo ―perdí la cuenta―, pero es cuestión de dignidad. No hay que pisotear a nadie en la vida.

Una tarde de primavera, yo recorría el patio. Habían cortado recién el pasto, mis patitas disfrutaban del frescor cuando la escuché a ella y a su amiga mientras se hamacaban.

Hablaban de mí. La amiga le decía que, para saber mi edad, tenían que contar cuántos círculos concéntricos había en cada escudo de mi caparazón. No dudaron en acercarse a mí. Ella me levantó suavemente y observaron mi caparazón. Hicieron algunos cálculos. No se pusieron de acuerdo. Me abandonaron otra vez a mi suerte. Yo suspiré.

No estoy sola en esa casa… o sí. No formamos una comunidad. Tenemos distintos intereses. Yo desaparezco en el invierno y me pierdo lo que sucede. A veces, cuando dejo de invernar, me encuentro con otros animales. Una primavera, escuché un sonido diferente. Era un nuevo huésped: un tero. Al conejo que estaba prisionero en la jaula, si podía le robaba los pedazos de zanahoria. Con la gata, no logré nunca entenderme. Me miraba siempre de lejos y desde las alturas.

Un verano, ella se encaprichó con que quería un perro. Llegó un cachorro matizado, blanco y negro. Fue la peor temporada que recuerdo, y eso que pasé por muchas.

Ella decía que el perro quería jugar conmigo. Para mí fue un martirio, me pegaba con su mano ni bien veía asomar mi cuello. Cuando se me acercaba, me ocultaba dentro de mi caparazón, y pensaba en la sabiduría de la naturaleza.

Sobreviví como pude ese verano. Ojalá hubiera podido ladrar como él para denunciar su maltrato.

Cuando empezaron los primeros fríos, sentí un gran alivio. Mi dueña ya conocía mi escondite. Esa temporada, cavé más profundo en la tierra, para que él no me olfateara. Tenía la esperanza de que, cuando despertara de mi gran ausencia, algún distraído hubiera dejado la puerta abierta de salida a la calle.


MIRTA OLIVARES

Nació en Trenque Lauquen (Argentina) en 1961.

Trabajó en el sistema educativo, en distintos niveles de enseñanza y cargos.

Algunos de sus cuentos fueron premiados en concursos literarios y publicados en Antologías.

En 2018 editó su primer libro Ellos me eligieron a mí (poemas), Ediciones Tahiel.

Actualmente vive en General Rodríguez.

Participa en la SADE Filial General Rodríguez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario