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MARICELA CANCINO


ÚLTIMO SUEÑO

Escucho las aves cantar mientras por la ventana se asoman los primeros rayos de sol. En la cocina buscas 2 platos para rebanar el pastel que me compraste; ese pastel que por varios meses tanto te pedí .Me miras con los ojos llenos de ternura y me dices: < Mi amor, que bien te queda mí camisa >. Cuando te acercas a la cama para darme un beso de esos que terminan cuando ambos quedamos exhaustos, me despierta la voz de una enfermera, que dice: < Es hora de la morfina >.

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LA VIDA SIN ELLA


Después de una hora en la fila le entregaron el dinero de su jubilación. Pregunto porque tan poco. "Faltan varias cuotas por pagar" -Le dijo la cajera. Ya eran 3 años de descuentos por el préstamo, pero el catre clínico de su viejita había valido la pena, aunque hace 1 año ella había volado hasta donde él no pudo acompañarla. Sin importar la hora camino hasta la plaza, en casa ya nadie lo esperaba. Las palomas fueron volando al compás de los suspiros que daba recordándola. Una lagrima cayo por su mejilla, al mismo tiempo que una gota de lluvia cayó desde el cielo.

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LA ÚLTIMA TRAVESÍA


Estuve en puertos gigantes, caletas pequeñas, playas desiertas y litorales repletos. Me escape de marineros, pescadores y hasta de viejos lobos de mar. Reposaba en la arena y al compás de la marea seguía sin rumbo entre barcos, botes y buques. Del Congrio y las machas hoy me despido, porque al fin después de tantas olas fui atrapada, aunque para ser sincera siempre anhele ser atrapada, porque sé que no pertenezco a semejante paraíso azul. Ahora me llevan a mi último destino, el vertedero, porque jamás una botella de plástico ha merecido travesías en el inmenso mar.

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Al FONDO DE LA IGLESIA


Esa mañana las cuatro estaciones del año se sintieron en mi cuerpo. Entré temblando a la iglesia, convenciéndome a mí misma de que solo sería un trámite. Uno de esos trámites en los que solo hay que fingir y esperar que terminen; Nada difícil para mí, si la mitad de mi vida me la había pasado fingiendo.

Él estaba dentro de la iglesia frente al altar, vestido con un traje costoso y elegante, digno de una ocasión tan especial. Todos lo admiraban, todos lo amaban, todos lo consideraban un hombre ejemplar y perfecto; Todos menos yo. 

¡Este hombre no es quien ustedes han creído todos estos años, Él es un monstruo que arruino la vida de una niña¡ -Grite. O mejor dicho era lo que mi boca quería gritar mientras llena de rabia e impotencia apretaba los dientes sentada en una banca al fondo de la iglesia, escuchando como mi abusador era homenajeado en el día de su funeral. Había callado 15 años, que más daba callar por 15 minutos más. 

Cuando la ceremonia termino camine hasta la puerta para marcharme a casa. Una mano me detuvo. ! Hija! Ayúdanos a llevar las flores de tu abuelo - Dijo mamá. Volví a apretar los dientes y me dispuse a callar por unos 15 minutos más.

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MONSTRUO


Cuando ella toco la puerta él abrió lo más rápido posible; Él no podía creer lo que sus ojos veían. Cuando la vio con los párpados teñidos de morado, el rostro desfigurado y la boca cubierta de Rojo, no vio a una mujer. Vio a una niñita, vio a la misma niñita de 8 años que cuidaba de él cuando era niño. Vio a esa niñita valiente que lo abrazaba cuando mamá se iba por las noches a trabajar al club. Esa niñita que le decía que los monstruos no existían, que no sintiera miedo porque ella jamás dejaría que nadie le hiciera daño. Ese día 15 años más tarde él descubrió que los monstruos si existían y que ella vivía bajo el mismo techo de uno. Esa misma noche él le prometió que el monstruo jamás volvería a tocarla. Lleno de Valentía y vacío de miedo salió de la casa y se perdió entre la neblina de la noche. Esa madrugada el sol de la mañana lo sorprendió con la promesa cumplida.

Ahora cada domingo la niña cruza 3 pasillos, 4 murallas y 5 rejas. Carga en su cartera chocolates, cigarrillos, fotos de infancia, paz y mucha culpa. Lo abraza y llora pegada a los barrotes de acero que los separan. Él la convence de que 40 años no es tanto. Ella lo convence de que ya no visita al monstruo. Él sabe que en 40 años se le ira la vida. Ella aún visita al monstro. Le lleva flores por la mañana, pero este ya no puede tocarla; Su cuerpo yace bajo una cruz de madera, que tallada a mano recuerda el nombre de humano que un día tuvo.

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CAMPO BLANCO


Esa noche se durmió pensando en la distancia que había desde el campo hasta los lugares donde caía nieve. Pensaba que para ir a esos lugares necesitaría ropa especial; Además de accesorios para crear y decorar un muñeco de nieve. Lo entristeció pensar en todo el dinero que necesitaría para comprar tantas cosas. En la mañana lo despertó un frío extraño, tan extraño como ver su campo cubierto de blanco. Rápidamente corrió al patio. Salto, jugo, se deslizo y con las herramientas de su papá hizo un muñeco. Después de un rato recordó que estaba en pijama.

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ALZHEIMER


Todos los domingos por la mañana conduzco 1 hora para verlo. Siempre lo encuentro bebiendo café al lado de la estufa. Con desconfianza me invita a tomar desayuno y me prepara unas tostadas que me recuerdan a mí infancia, esa infancia en la que fuimos tan felices.

 Al despedirme por la tarde le digo: - Adiós papá-. Me mira confundido y me dice: - Yo a usted no lo conozco.

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ALAS ROTAS


Nací sin poder volar una fría tarde de Julio. Cuando niña, tuve todo lo que anhele, pero lo más lejos que estuve del suelo, fue solo a unos centímetros. 

En mí juventud conocí al que fue mi compañero de vida. Él que todos los días me tejía alas que se desvanecían después de horas, días o a lo más semanas. En nuestro nido, nacieron 3 milagros, los que a ratos me hacían sentir que estaba en el aire, pero cuando miraba el suelo, mis pies seguían pegados a la tierra.

Mientras ellos iban creciendo, les enseñaba a volar. A alcanzar alturas que yo jamás pude lograr. El tiempo pasaba y yo continuaba escondiendo mi dolor detrás de una sonrisa, que hacía creer a todos que levitaba entre las nubes. Un día las ganas de volar fueron tan grandes, que ni el cielo pude volver a mirar. Cerré mis ojos, al fin pude ver mis alas. Eran de seda, largas y suaves. Tenían forma de collar. Las tome, las ate a una viga; rodie mi cuello con ellas, alce mis manos, despegue los pies del suelo y volé... simplemente volé.

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MARICELA CANCINO

Chilena, 33 años. Escritora de microcuentos. De profesión, Técnico en educación parvularia. Sus microcuentos han sido premiados en diversos concursos literarios chilenos e incluidos en antologías y revistas literías internacionales. Las realidades sociales son el enfoque de sus microrrelatos.


REDES SOCIALES:

-Facebook: Pilar Cancino Benítez


 -Instagram: Pilarcancinobenitez.

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