La lectura, otra revolución - María Teresa Andruetto

Compré este libro por su título. Cuando lo vi en Libros Babilonia pensé: "si en su título un libro tiene dos palabras tan bellas como lectura y revolución, debe valer la pena leerlo". Además ya había leído a Andruetto y, más allá del título, siempre volver a su escritura es un gran gusto.

Y así fue. Disfruté mucho su lectura, sobre todo las reflexiones de una comprometida escritora. 

Hay una pregunta que recorre buena parte de este libro: ¿quién nos introduce a la lectura? Esa persona que es un puente, dice Andruetto. Y responderla, en mi caso, me hizo recordar en toda la lectura de este libro a mi abuelo Andrés. El puso en mis manos mi primer libro a los 4 años. Con el mismo libro él me enseñó desde esa edad a leer y escribir. Mi abuelo, un trabajador rural, un obrero textil con solo su escuela primaria, fue el puente. 

Ese puente con la lectura que una o un familiar, o cuando en la familia no se produce, deber hacer la escuela. Porque la lectura, como dice la autora debe ser para todas y todos, y eso significa todas y todos. De ahí la necesidad que alguien, quien sea, asuma la responsabilidad de servir como puente para la lectura. Por eso es tan importante la literatura infantil y juvenil. Como adultas, como adultos tenemos la responsabilidad de ser el puente con nuestras infancias y juventudes. 

Entre lo tanto dicho por la autora, me quedó con esto:

"...la literatura nos propone en el transcurso de la lectura riesgos, luchas y por sobre todo nos enfrenta a nuestras carencias. No nos ofrece soluciones, más bien diríamos que nos plantea preguntas, porque problematizar lo que ha sido en nosotros naturalizado es una de las funciones fundamentales del arte. Cuestionar lo aceptado, recibir nuestras sombras, los riesgos de la vida que vivimos y de la sociedad en la que transitamos (...) Leer no es sólo consumir libros, como bien lo sabemos todos los que aquí estamos, sino convertirnos en camello y león y niño a un mismo tiempo, para corrernos de la equívoca idea del leer como distracción, cuando más bien uno lee uno para concentrarse, para encontrarse con uno mismo, del mismo modo que uno escribe uno, debiera escribir, no como una tarea de ensoñación sino como una búsqueda de plenitud de conciencia. Todo buen libro nos invita a ensimismarnos y entonces la cuestión no es exactamente la cantidad de libros leídos, aunque la diversidad y el número sean también importantes. La cuestión es sobre todo cómo se lee y cómo se invita a otros a leer."

Si me permiten, las y los invito a leer. Todo un mundo, que cada cual tiene que ir descubriendo, se abre y se va configurando cada vez que abrís un libro.

Analía Gomez