Siempre me pareció absurdo aquello de “Los libros no muerden” con que las viejas comedidas y las maestras inescrupulosas intentan acercar a los jóvenes a la lectura. “Los libros no muerden” se parece mucho a “Los libros no hacen nada”, lo que es una falsedad absoluta. Por supuesto que lo libros muerden, y bien fuerte. No solo eso: dejan marcas imborrables. Cuando nos muerde un libro por primera vez nos atrapa, nos sujeta con sus garras y clava en nosotros sus historias secretas. Porque si un libro no muerde, si no nos marca, si no nos inicia en los caminos dolorosos de la vida es preferible gastar nuestro tiempo en los vacíos confines sin sentido de la TV y la comida chatarra.
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