II
“ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones”
Alejandra Pizarnik
Ella, camina en el bosque azul /
atraviesa un destiempo
abre sus brazos a la espesura del deseo.
Ella, acude sobre el dolor del viento
para renacer de sus heridas.
¿Destinación corpórea del instante
o visiones del íntimo universo?
Alejandra
apenas envuelta por una desolada niebla
escapa del tumulto / observa su soledad
intuye la reverberación floral,
en casi todas las primaveras
los fragores / su desnuda alma / la espesura del adiós
(apenas resguardarse en el poema)
un aleteo / último hálito
y desde allí
visionar la muerte.
De la antología “Alejanias” - Ediciones El Mono Armando (Buenos Aires)
***
VII
“Escribes poemas
porque necesitas
un lugar
en donde sea lo que no es”
Alejandra Pizarnik
un lugar desde la soberana convicción
del vivir
para atravesar la soledad
habitar el carente abrazo
que sea territorio del verso.
Una búsqueda dentro del fuego
que guíe a esta oscuridad
-solo eso pido-
llegar hacia una pequeña luz
para al fin sublevar cada mártir palabra /
estrangular al silencio
que sea musgo sobre el rocío del llanto
así ocultarme - lejos - de todas las muertes
para dejar de ser alguna vez
lo innombrable.
De la antología “Alejanias” - Ediciones El Mono Armando (Buenos Aires)
***
XX
Cronos nos convoca
a hallar el punto de partida
en la mirada de todos
los bordes / márgenes,
desde la postergación infinita
donde nacen las líneas
oblicuas / paralelas / adyacentes
de lo nacido o por nacer.
Aún después el comienzo
transformarse en muerte
o postergación de todas las miradas
de cada hombre / instante
que habita el mundo.
Fuego / cenizas / oquedad.
Del libro “En la huella azul del viento” – Ed. Municipal Chivilcoy – Ed. Sophie – Taller Flotante
***
(…) Fui feliz, el momento más feliz de mi vida.
Diana Bellessi
En la memoria inconclusa del tiempo
se yergue esa frágil sombra de la higuera
al rehén infinito de la palabra instante
Hay que detener / urge detener
lo fugaz del apuro
lo ya sin aliento.
Cuando era testigo, bajo la glicina de la infancia
no lo sabía / ni aún lo intuía
ahí, no existió esa atónita ligereza del reloj
en lo efímero de la urgencia, ya no cuentan esos juegos
el tiempo es un suspiro, se exhala en la tibia certeza
apenas lo ausente
de las no sombras
las no horas de la vida.
“para no ser niños algo había que matar
antes de tiempo lo que vendría”
Dolores Etchecopard
Esa luna se recuesta en el camino de las deshoras
escapa de la soledad del viento /
un niño habita los olvidados recuerdos
los guarece en un atrapasueños.
Resuenan las historias en la cima profunda del silencio,
para revelar la ilusión primaria de ordenar
las pequeñas melodías del poema.
Entonces apenas el viento
hilvana esa polifonía de los pájaros
(al fragor de los días)
ahí donde se ahonda todo lo perdido
en el anhelo para recuperar el instante /
en la sombra inquieta que cava desde la memoria
del hechizo / de lo lejano
donde la ferocidad, en la hora de ese niño
escampaba sobre la inmensidad del bosque.
Había que matar a un niño /
a ese niño
yo lo maté
en el rescoldo de la luna, lo maté
donde yace
mi memoria olvidada.
***
CÉSAR H. SUÁREZ
Felicitaciones César, bellísimos poemas, muy interesante trabajo poético. Además de toda tu gestión cultural. Celebro la difusión de tu palabra. Nora Quiroga
ResponderEliminarGracias Nora por tu lectura. Abrazo!!!
EliminarGracias Nora
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