A cara descubierta
Qué bella gloria la autenticidad
en medio de los simulacros.
Libera decir “yo” sin miramientos.
Gritar furiosamente el dolor condensado.
Advertir el paraíso de toda inocencia.
Qué bella gloria arder a cara descubierta
en el fuego irrefrenable de la lucidez.
Como reír sinceramente
después del desgarro.
Como caminar con sosiego
en un mundo en convulsión.
Como nutrirse de la magia de una niña
en su largo y luminoso encantamiento.
Qué bella gloria la pureza de tigre
en la conciencia esclarecida.
Morir oyendo el mar.
Vivenciar las aventuras valiosas.
La música alegre de las flores.
Una mujer especial con su sabor a eternidad
y acantilado.
***
Súbitamente
Súbitamente llegó la primavera
y se mezclaron los azules en el cielo
y crecieron las ciruelas entre álamos y pinos
el sol se hizo distinto más dulce más veraz
y nació un aire sin edad como las nubes o el polvo
y comíamos duraznos kiwis ananás
tres pájaros pequeños formaban un paisaje
todo era verde luminoso natural
y los insectos eléctricos
y las mujeres espléndidas
sin las alas mortecinas de la concupiscencia.
***
Subsuelos
Nada me une con quienes dicen “alma”
sin haber descendido a los subsuelos.
Invoco la luminiscencia salvaje
del tigre cuando caza.
Me hace falta para sobrevivir
entre caníbales y cuervos.
Entre los príncipes del mal.
Entre los insensibles con hedor a egoísmo.
Con la gracia de mis ángeles del Más Allá
me siento rico y libre pese a todo.
Como Bukowski
denunciando la estridencia pasajera
de bestias de ojos muertos.
Como Lautréamont
gritando al
unísono con lobos
desde las sombras de la condición humana.
***
DAMIÁN JERÓNIMO ANDREÑUK
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