─ Linda firme con buena postura, los domingos solíamos dar la vuelta al parque antes de ir a almorzar a lo de mis viejos, también algunas veces me acompañó hasta el trabajo o de compras. Éramos grandes compañeros.
─ Sí, se notaba que eran muy compinches. - comentó el hombre más delgado y barbudo que se encontraba en aquella habitación.
─ Con el frío del invierno - continuó relatando el dueño de la historia - empezó a quedarse más en casa. Siempre había una excusa: que el frío, la nieve, la lluvia, nunca era buena la idea de acompañarme como antes.
─ Comprendo. - Apoyó el relato el barbudo y delgado mientras seguía preparando dos vermuts, los cuales revolvió con extrema concentración. Luego levantó la vista, tomó un vaso en cada mano y comenzó a caminar hacia el sillón para encontrarse con el otro.
Al llegar, apoyó los tragos en la mesa, luego se dejó caer sobre el sillón, casi desplomándose. Pronto se incorporó y extendió el brazo para alcanzar uno de los vasos, bebió un sorbo de vermut. Miró a su amigo quien estaba con los ojos idos, nostálgicos, perdidos y preguntó:
─ Entonces ¿qué hiciste?
La pregunta sorprendió al interrogado quien abrió grandes los párpados, tanto que las pestañas casi rozaron las cejas. Era el momento de una confesión, frotó sus manos por los laterales de la nariz, continúo restregándose los ojos y luego todo el rostro con ambas palmas. Cuando terminó, entrelazó los dedos, estiró los brazos hacia el frente. Movió la espalda de derecha a izquierda unas dos veces, desenredó las falanges y alcanzó el vermut. Bebió un sorbo y algo de coraje para decir:
─ La colgué. – Hizo una corta, pero profunda pausa. - En el balcón. ─Completó la frase, mientras señalaba en dirección al espacio, extendiendo el brazo hacia la derecha. ─Debajo del techito, para que no se estropee. ─agregó.
No dio más explicaciones, se notaba que sentía culpa, quizás algo de frustración por los meses que había ahorrado para comprar aquel cuadro, con dos ruedas, manubrio y cadena, su rutina la había fantaseado, incluyendo a aquel objeto que le permitiría desplazarse con libertad, a bajo costo y aportando al cuidado de la naturaleza. Hoy todo su manifiesto se encontraba pendiendo de un gancho en la pared de un balcón, en el tercer piso de un edificio, en una ciudad cualquiera. La tristeza se adueñó de sus pupilas, el silencio fue inducido por un nuevo sorbo de vermut.
Luego, tras apoyar el vaso en la mesa y tragar el líquido, envalentonado, miró al delgado barbudo y lo interrogó.
─Vos. ¿Qué habrías hecho?
EVA BRAUM
Ganadora del 1re. premio en el certamen: Caballito me inspira 2019 y 2do premio en el 2020 del mismo concurso. También en 2020 fue 1re premio en el VI concurso de cuento corto, Biblioteca Pbro. Antonio Boninni. Asimismo, participó en numerosas antologías tanto a nivel local como en España. En Julio 2020 presentó el libro: “Simples y sofisticados humanos” del cual es coautora y en 2021 publicó “Sueños Acordonados y Los del caballito”, literatura Infantil y Juvenil, el cual fue premiado con la Faja de Honor Hebe Uhart SADE filial Moreno. En 2022 ganó el 1° Premio en el concurso nacional Luis Marchin Biasutti en categoría cuento, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores Filial Salta y publicó Crear Vida y Mujeres de la A a la Z. Con el cuento La colgué obtuvo en 2023 el 1° premio en el concurso organizado por el Rotary Club La Plata en conmemoración de sus 50 años.
Se la puede leer en el blog en su faceta de periodista cultural: www.evaluarteescritos.wordpress.com
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