Prometeo por dos
Cuenta la leyenda que una hechicera de la Palabra se disfraza de Parca maldita para caminar por la tierra de las Utopías, pero que le revela su magia a un nómade Juglar que va dejando pedazos de su acorazada armadura oscura en cada historia, y que con un apasionado beso juntos le roban la llama de la esperanza a los dioses para animar un sueño de barro y amor.
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Tragame tierras infinitas
Cuenta una leyenda que me acabo de inventar que allá en los años ochenta, en la editorial DC, había un borrador de La crisis de las tierras infinitas donde Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir se conocían en el conurbano bonaerense y se daban el primer beso en una estación del tren Sarmiento.
Luego de la unificación de las tierras, ese mundo desaparecería, pero quedaría un rastro a nivel subatómico que recorrería las vías del tren, diminutas partículas cuánticas desprendidas de aquellos gigantes que se volverían a encontrar cada vez que, salvando el tiempo y las astronómicas distancias, dos descreídos activistas culturales se besaran por primera vez cerca de una estación.
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Bichos
En la frontera entre el día y la noche una mariposa y una luciernaga se reunen para contar historias y leer poesías.
Recuerdan una antigua época donde las mariposas eran guirnaldas de flores surcando el aire y las luciernagas diminutas manchas de luz impregnando el manto nocturno. Luego llegó el cemento. Y después más cemento, destellos y ruidos.
La mariposa y la luciernaga son sobrevivientes de un tiempo que ya no volverá, y guardan en la memoria de un cuento la esperanza de no ser olvidadas.
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Historia nocturna
Llega la noche a los tres cordones.
Las metáforas detienen sus vuelos y se posan en las antenas de las torres erguidas sobre caseríos infinitos.
Las rimas dejan de correr inquietas entre las vías, vivas y muertas, y buscan cobijo en las estaciones de trenes.
La métrica camina por una ruta, madre de barrios, hasta una plaza donde se recuesta en un banco de cemento.
El ritmo salta entre los techos de casas bajas mientras intenta decidir si acurrucará sus cansancios en asfalto o barro.
¡Dulces sueños, hermosa poesía del Conurbano!
Victor Justino Orellana
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